Sanz Lobato tiene 81 años y una melena alborotada de pelillos finos y blancos que le nacen de una frente despejada y unas gafas gruesas de concha y unos ojos vivos detrás, recubiertos por una película grisácea, como un velo. Ve muy poco por culpa de una enfermedad degenerativa. Y ya no viaja a los pueblos para inmortalizar ritos, rostros y lugares olvidados. Pero ha sido él mismo quien ha positivado el centenar de fotos de su primera gran exposición en Madrid, “tirando más papel que nunca y cabreándome conmigo mismo”, dice. Desde ayer cuelgan en las salas de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y la exhibición se puede visitar hasta el 8 de septiembre.
Este fotografo español nacio en Sevilla en 1932. Vale la pena conocer su obra completa.